Los votos que sí cuentan

Lamento decirlo, pero usted no es el perfil de elector que influirá decisivamente en la elección del nuevo presidente de la República del Ecuador. Así también, gran parte de la información que este mismo portal está construyendo para entender el comportamiento de las preferencias electorales podrá verse seriamente afectada por factores humanos que son de difícil proyección.

Si mis premisas hasta el momento le han causado confusión, escepticismo o hasta malestar, “embrague” por un momento y simplemente pregúntese que pasaron con algunos de los  principales procesos electorales del mundo durante el 2016. Basta con revisar lo que decían las encuestas previo al Brexit, al referendo del acuerdo de paz en Colombia y la elección presidencial en los Estados Unidos. En general todos los pronósticos y sondeos se equivocaron.

Ahora sí, la pregunta crítica es ¿Qué está pasando con la gente? ¿Porque estamos presenciando decisiones aparentemente contradictorias contra el sano juicio? La respuesta la han identificado muchos analistas serios del comportamiento del electorado y  los estrategas que  construyeron esas campañas sorpresivas y exitosas. Voy a tratar de entregar algunos elementos para aproximarme a una respuesta.

Lo primero que debe quedar claro es que los otrora  líderes de opinión,  periodistas y los círculos de intelectuales son los dinosaurios de la dinámica de la comunicación. Este grupo humano se lo ha venido a llamar el “círculo rojo” en palabras del estratega electoral Durán Barba. La dinámica del círculo rojo, en el que el intelectual generaba la tendencia sobre la opinión; que a su vez la debatían otros intelectuales, entre ellos unos cuantos periodistas, y la sintetizaba en algún discurso uno u otro político hacia un electorado que prácticamente consumía el producto empaquetado sin cuestionamiento y sin desviación. Aquella dinámica está comprobándose que ya no funciona. Lo que crea, defina y elabore ese círculo se queda en ese círculo; aquel círculo ya no influye en las grandes mayorías. Son discusiones entre ellos y para consumo de ellos, la “masa” ya no lo consume.

Sobran los ejemplos en los que la prensa y muchos llamados líderes de opinión han generado un apoyo preferente por un candidato o posición,  sin que su temática se haya convertido en un factor determinante en la decisión de los individuos que en su mayoría no pertenecen a aquel círculo de opinión. Muchos de estos personajes respetables y hasta bien intencionados no gozan del interés de una amplia mayoría  y  tampoco del seguimiento irrestricto y fiel de sus receptores habituales. La época en que unos cuantos dominaban la tendencia de la opinión ha fenecido. Hoy por hoy, la comunicación y preferencia del “trending topic” se mueve casi de manera anárquica gracias al acceso inmediato y fácilmente contrastable de la información que ofrecen las nuevas tecnologías. Quienes monitorean de mejor forma el sentimiento, la tendencia, las necesidades de ese monstruo anárquico de opinión y expectativas del gran conglomerado, de la “masa”, es quien logra tener mejores resultados en su campaña. Esas preferencias no aparecen en la prensa matutina, aparecen en muchos medios alternativos y evoluciona constantemente hacia preferencias menos ideológicas y constantemente más pragmáticas.

Ahora bien, lo que realmente importa es tratar de definir como es el perfil de este nuevo ciudadano  común y corriente pero dirimente; lo cual no es tarea fácil  y aún no se logra encasillar, y trabajar con los antiguos esquemas ha sido el error de la mayoría de campañas fracasadas. Han querido encasillar en distintos segmentos su estrategia y esos segmentos o no existen o son imprecisos; ya no basta sólo manejar estrategias para determinados estratos económicos o demográficos. Lamentable para los politólogos y sus expectativas profesionales, pero la mayoría del electorado toma sus decisiones en función de expectativas y motivaciones mucho más mundanas, antes que por un candidato que se acerque a la esencia de los textos de Marx o de Friedman. La desconexión de la mayoría de las personas con temas de actualidad política es elevada. Personas con mayor o menor preparación académica conocen mucho más sobre novedades tecnológicas, antes que de principios constitucionales o conceptos como libertad de expresión, separación de poderes o balanza comercial. El éxito en la retentiva y conexión con un votante parece estar determinado por mensajes simples que conectan con necesidades básicas o temores de un electorado.

Con estos antecedentes, en que el gran electorado no se encuentra influenciado ni por las tendencias estructuradas de opinión, ni pertenece a ningún tipo de elite económica, cultural o profesional;  le recomiendo que deje de discutir con sus compañeros de trabajo, sus colegas de la universidad o algún cercano intelectual  pues usted pertenece a una élite, de una u otra forma a esos círculos rojos, a una minoría de la población con acceso a ciertas oportunidades (educación, empleo), una minoría que no tiene ni la voz, ni el número de votos necesarios para escoger al nuevo presidente de este país. Su eventual vehemencia por los temas políticos, tendrán una muy limitada influencia en términos prácticos.

La decisión se encuentra en una gran mayoría de la población con escaso acceso o nulo interés a información elaborada, con altas necesidades básicas insatisfechas y principalmente joven. Incluso temas como la corrupción le son ajenas, su diario vivir se desenvuelve alrededor de otras prioridades apremiantes. Separación de poderes y libertad de expresión, son conceptos etéreos y no funcionales para ese elector. Los candidatos que resuelvan y conecten en palabras sencillas lo que esté demandando esa masa electoral son los que tendrán posibilidades ciertas.  Entonces bájese de su nube y trate de conocer de manera directa que es lo que demandan un joven desempleado, el guardia, el comerciante de semáforo o la empleada doméstica; lo que ellos y su círculo estén priorizando es lo que contará el día de las elecciones. Ahí puede hacer su encuesta de carne y hueso y acercarse a la verdadera fuerza que definirá los resultados. En la medida que las encuestadoras tamicen de mejor forma como llegar  a esos perfiles, su margen de error será menor.

En definitiva, apenas estamos empezando el rally de esta contienda electoral y no ha de sorprendernos los giros y sorpresas que nos traerá este proceso electoral. Entre más informados estemos sobre las tendencias que motivan a esas mayorías y que campañas hacen mejor esa conexión, podremos aproximarnos de mejor forma al resultado. Buen viaje!


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