Jorge Yunda se posesiona como alcalde de Quito hoy 14 de mayo de 2019, y vale la pena analizar cómo llegó a ganar estas elecciones. Como es ya discutido, los resultados de las elecciones muestran que ganó con poca diferencia con respecto a Luisa Maldonado, Paco Moncayo y César Montúfar. Esto indicaría que Yunda empieza su gestión como Alcalde de Quito con un débil apoyo electoral y quizás poca aceptación, aunque algunas alianzas y la conformación de su equipo de trabajo parecerían dar muestras de que dicha debilidad es irrelevante. Sin embargo, lo que no es irrelevante para Quito es lo que dejaron estas últimas elecciones seccionales: una ciudad sin bastiones electorales.
En el presente análisis, miraremos a mapas con porcentajes de votos válidos por parroquias de cada uno de los cuatro primeros candidatos para identificar sus fortalezas geográficas. También realizamos un análisis del resultado por candidatos en términos de la obtención de ubicaciones a nivel parroquial. Finalmente, desplegamos la cantidad de votos alcanzados por los cuatro candidatos en cada parroquia, información que permite entender los niveles de votación diferenciando el peso poblacional de cada parroquia en su respectiva agrupación geográfica.
Una rápida impresión de la visualización “por ganador” tanto en el primer y segundo mapa nos podría apresurar a concluir que la votación parroquial se repartió entre los candidatos Yunda, Moncayo y Montúfar (rojo, anaranjado y azul), dejando a Maldonado (verde) solo con dominio en el Comité del Pueblo.
Sin embargo, al examinar el grado de intensidad de los respectivos colores por cada candidato observamos su peso comparativo a nivel parroquial, con lo cual podemos afirmar que la disputa en muchas parroquia es apretada, y que hay candidatos con mayor dispersión de votos entre parroquias que otros. Los siguientes radares ayudan también a visualizar estas afirmaciones.
En otras palabras, se identifican candidatos que dominan relativamente en algunas parroquias (sin que esto se interprete como bastiones) y que pierden terreno en otras de manera significativa.
El mayor ejemplo de esto es el desempeño del candidato César Montúfar, quien alcanza el porcentaje de votación parroquial más alto de un candidato en alguna parroquia (Rumipamba, 39%), pero su nivel de color se difumina cuando se compara en otras parroquias, cuestión que se manifiesta en su coeficiente de variación parroquial que explicaremos más adelante.
Una forma útil de ver el problema de las difuminaciones territoriales de color advertido en los Mapas 1 y 2, es mediante un análisis de la frecuencia con la que cada candidato obtiene las primeras ubicaciones en las 65 parroquias de la ciudad (Figura 2). Podemos observar que la mayor cantidad de primeros lugares por parroquias (en color amarillo) se distribuyen entre tres candidatos: Yunda (37 de 65), Montúfar (14 de 65) y Moncayo (13 de 65).
Sin embargo, lo que más llama la atención de este análisis es que Maldonado alcanzó el segundo lugar en votación total de la ciudad, siendo la candidata con mayor cantidad de segundos lugares (23 de 65 parroquias) y de terceros lugares (26 de 65 parroquias, junto con Moncayo que obtuvo tercer lugar en 27 parroquias). ¿Por qué la candidata que saca cuarto lugar en primeras ubicaciones parroquiales quedó segunda?
Esto se explica por un fenómeno que se dió en estas elecciones, y que es muy útil para analizar comicios de alta fragmentación: la pérdida del significado de bastión electoral como fuente territorial de voto duro. Esto queda claramente evidenciado en la revalorización del aporte de los votos de segundas y posteriores ubicaciones.
En estas elecciones se estrecharon las brechas entre los aportes de votos de las distintas ubicaciones, concentrándose el 73% de los votos en aquellas ubicaciones comprendidas entre el 1er y el 4to lugar, independientemente del candidato. Es decir: una ubicación en primer lugar aportó un promedio parroquial de 25.6% de votos válidos; un segundo lugar aportó un promedio de 19.5%; un tercer lugar en votación aportó un promedio de 15.9%, y un cuarto lugar un 12.4%.
Por ello fue posible en estas elecciones que gane terreno quien más veces quedó segundo o tercero. El segundo lugar de Maldonado puede explicarse también como el resultado de un discurso electoral no triunfador en términos de bastión territorial, pero sí triunfador en términos de equitativa penetración y recepción territorial; y hay que tomar en cuenta que Maldonado alcanzó segundos lugares en parroquias con más población.
En contraste, mientras el 54.6% de los votos que obtuvo Maldonado vinieron de parroquias en las que obtuvo el segundo lugar, el 45.1% de los votos de Montúfar vinieron de parroquias en las que quedó primero. En consecuencia, ambos candidatos estaban prácticamente empatados en cuanto a suma de votos de las parroquias donde quedaron primeros o segundos, por lo que el factor dirimente era su posición en terceros lugares.
Yunda | Maldonado | Moncayo | Montúfar | |
Promedio votación x parroquia | 21.0% | 17.0% | 19.5% | 14.8% |
Desviación estándar | 5.8% | 4.3% | 4.7% | 7.6% |
Coeficiente de variación | 0.28 | 0.26 | 0.24 | 0.51 |
Lo anteriormente señalado sobre los resultados de César Montúfar se ratifica en el análisis del coeficiente de variación del promedio de votación parroquial. De los cuatro candidatos, es el que más veces quedó en quinto lugar (o posiciones de menor jerarquía ordinal) en varias parroquias. Y a pesar de ser el segundo en cantidad de primeros lugares, es el candidato con mayor desviación estándar y coeficiente de variación en términos de desempeño territorial (Cuadro 1). Esto significa que sus niveles de votación no fueron homogéneos a lo largo de las 65 parroquias.
Por otro lado, el hecho que Maldonado obtenga la menor desviación estándar, y a su vez Moncayo obtenga el menor coeficiente de variación, demuestra que sus niveles de votación fueron más uniformes a lo largo de la ciudad.
En este cuadro también llama la atención que en términos de promedio parroquial, las posiciones difieren del resultado final de las elecciones, ubicándose, en términos de promedio, Moncayo por sobre Maldonado. Esto puede ser consecuencia del buen resultado individual de Moncayo en varias parroquias de menor población (por ejemplo, ver en la Figura 4 el segmento de parroquias rurales con menos de 5.000 sufragantes).
Hay parroquias densamente pobladas que aportan con más votos que otras. Las figuras 3 y 4 presentan una comparación de los votos válidos obtenidos por los candidato en las parroquias urbanas (Norte, Centro y Sur) y rurales de Quito en orden de tamaño poblacional.
De estas figuras se destaca que Yunda no solo tiene un mayor número de votos válidos en las parroquias del sur, sino que también cuenta con apoyo en parroquias del norte y norte centro. Por ejemplo, Yunda contó con más votos que otros candidatos en parroquias del norte de más de 15.000 sufragantes, como es el caso de Calderón, Cotocollao, El Condado y Cochapamba. En estas dos últimas, es importante recalcar que su población tiene componentes socio-económicos diversos. Por lo tanto, la impresión de que únicamente el sur de Quito prefirió a Yunda es incorrecta.
También se destaca que Paco Moncayo sacó más votos que Yunda en 14 de las 26 parroquias rurales con menos de 15.000 sufragantes. En el resto de parroquias rurales obtuvo poca diferencia con respecto al primer candidato, por ejemplo en Pomasqui y San Antonio, Moncayo pierde por apenas 2 y 1 punto de diferencia respectivamente.
Volviendo a Yunda, su votación indica el frágil apoyo electoral con el cual iniciará su gestión como alcalde de Quito. ¿Qué pasaría si durante la alcaldía logra poner de su lado a los votantes de Maldonado? ¿Logrará la aprobación de los simpatizantes de Moncayo y Montúfar durante su administración?
Al contrario de Rodas, con Yunda no hay grandes expectativas que condicionen una pronta decepción. El éxito de la gestión de Yunda dependerá de su capacidad para escuchar e interpretar a los problemas de un Quito conflictuado, en cuya diversidad de voces territoriales está también la oportunidad de entender a los sectores que no votaron por él. En cinco años podremos ver en qué tipo de fuerza política se convierte, y si logra convertir a Quito en su bastión electoral. Quizás ahora es una oportunidad el comenzar desde un bajo nivel de votación, que no necesariamente se traduzca en un bajo nivel de aceptación.